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RECHAZO A LA DESIGNACION DE ABEL POSSE

 

RECHAZO A LA DESIGNACION DE ABEL POSSE

17.12.2009


Si Posse es educación, estamos en problemas. Abel Posse, el “destacado intelectual” según la justificación del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para avalar la designación como ministro de educación, fue citado por dos represores y rompió el record de rechazos del arco social y político.


Es un “destacado intelectual” fueron las repetidas justificaciones que el macrismo esgrimió para justificar la designación de Abel Posse como ministro de educación, tras la renuncia de Mariano Narodowski, por el escándalo de las escuchas telefónicas.
Este “intelectual destacado” no ha recibido ni una, tan solo una, muestra de apoyo a su nombramiento desde el sector académico, escritores, docentes, ni siquiera un tímido testimonio favorable de un padre. 
En cambio, dos represores hoy en el banquillo acusados de crímenes de lesa humanidad como ex miembros del Grupo de Tareas 3.3 de la ESMA, lo han citado directa o indirectamente.
Conviene repetirlo para probar si nuestro asombro ante el horror esta devaluado: el flamante ministro de educación de la Ciudad de Buenos Aires fue citado por dos paradigmas de la represión de la última y más sangrienta dictadura militar.
Primero fue el represor Alfredo Astiz, el “ángel rubio de la muerte” parafrasea León Gieco en sus Mensajes del Alma. Astiz mantuvo, durante el juicio, un libro entre sus manos y una vez finalizada la audiencia lo blandió provocadoramente a los familiares de los detenidos – desaparecidos.
Ese libro, “Volver a matar” de Juan Bautista “Tata” Yofre, fue recomendado horas antes en una entrevista radial por Posse porque, según el ministro, contiene “otra visión” de los años 70.
El prefacio del libro que llevaba el represor, y que había sido elogiado por el hoy ministro de educación de la Ciudad, dice en su prefacio: “Ellos pretendieron hacer de nuestra tierra otra Cuba, y nosotros se lo impedimos con mucho sufrimiento” y este “narra el inicio de la ‘guerra popular prolongada’ que las organizaciones terroristas declararon a todos los estamentos del Estado Nacional, bajo la inspiración del castro-comunismo”.
Y luego fue el tiempo del represor Lucio Benjamin Menéndez. En su defensa, el represor citó partes del artículo de opinión que Posse escribiera para el diario La Nación.
En la nota “Criminalidad y cobardía”, Posse acusa a la política del gobierno que “prohijaron el vandalismo piquetero, el desborde lumpen, la indisciplina juvenil”. Y desembozadamente llama a la represión. “Reprimir es obligación del Estado” dejando de lado “la visión trotskoleninista de demoler las instituciones militares y la policía, como vengándose de los años setenta, cuando una minoría se alzó contra el Estado para imponer una revolución socialguevarista, ajena y aislada”.
 

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