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Un 17 de agosto de 2010, comenzaba una de las tomas más emblemáticas llevadas a cabo en la Ciudad de Buenos Aires

17.8.2015

La Sala Alberdi, ubicada en el sexto piso del Centro Cultural San Martín, que fue alguna vez el más grande e importante de Latinoamérica, se preparaba para una gran lucha en contra de las políticas privatistas impulsadas por el Gobierno de la Ciudad. Con toma y autogestión el “teatro de los que no tienen teatro” comenzó una batalla que incluyó una feroz represión a metros del Obelisco; represión que dejó más de 60 heridos de balas de goma y tres periodistas de medios autogestivos con balas de plomo a la altura de las rodillas. Batalla que culminó con el espacio privatizado, pero con la certeza de que las ideas son a prueba de balas.Por Vanesa Spaccavento (@VaneSpaccavento) – Corriendo La Voz.


Resulta imposible hablar de lo que sucedió con la Sala Alberdi sin tener en cuenta lo que significa el “neoliberalismo”, esa corriente que se disfrazó de libertad, pero que sin embargo, lo que buscaba era achicar el rol del Estado para que la vida de todos sea regulada por las leyes del mercado y, por ende, esté en manos de los grandes capitales/las grandes empresas.

En el año 2002 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ejecutó un préstamo de 92 millones de dólares al Gobierno de la Ciudad para refinanciar un proyecto que comenzó con el “menemato” en el país y con Fernando de la Rúa en la ciudad. Al proyecto, lo denominaron “Re-acondicimiento”, un nombre “bonito y simple” que escondía la privatización del espacio. Con la asunción de Mauricio Macri, las obras llevabas a cabo en el Centro Cultural se paralizaron aduciendo falta de fondos, al tiempo que el edifico entró en un alarmante estado de emergencia. Desde aquellos tiempos de De la Rúa hasta hoy, la única beneficiada con las políticas porteñas es la empresa Riva S.A, que no sólo fue protagonista de obras como las de “Metrobus” sino que, además, es sinónimo de privatización de espacios públicos.

Durante más de dos décadas, la Sala Alberdi logró esquivar los mandatos del mundo capitalista. Tanto sus talleres como espectáculos eran realizados sin seguir las leyes del mercado. Primero, como cooperativa, se accedía a los talleres y espectáculos abonando una cuota (o entrada) a precio popular; a partir de la toma, todo fue a la gorra, porque el arte no tiene precio y es un derecho de todos, quien no tenía dinero, podía acceder igual.

A partir del 2006 comenzó a verse un incremento en el vaciamiento del Centro Cultural: cese de talleres, salas cerradas para reacondicionarlas y que luego, una vez reabiertas, eran privatizadas como así también algunos espacios eran usados para fiestas privadas. Todo dentro de un Centro Cultural que debería abogar a que cada vecino pueda asistir sin importar cuánto tenga en su billetera. Centro Cultural que cobra hasta matrícula para sus talleres.

 

Un poco de historia

 

En el año 2006 la Ministra de Cultura, Silvia Fajre, bajo la jefatura de Jorge Telerman, presentó un decreto que ordenaba el traslado de la Sala (aunque no especificaba en dónde sería reubicada). En el 2010, ya con Mauricio Macri como Jefe de Gobierno y con Hernán Lombardi como Ministro de Cultura, el decreto fue ratificado. En paralelo, la Asamblea de la Sala Alberdi litigó judicialmente con el Gobierno de la Ciudad y en un fallo de la Jueza Fabiana Schafrik se le indicó al Gobierno que debía refaccionar el espacio en un plazo de treinta días, a fin de que cumpla con las normas post Cromañon, y que de ser trasladada, debía ser a un espacio de iguales características.

El Gobierno no cumplió y al cabo de un año, desde la Dirección del Centro Cultural, se ordenó el cierre del espacio hasta que se llevaran a cabo las refacciones correspondientes. Cabe aclarar que “La Sala” nunca dependió del Centro Cultural San Martín sino de la DGArt, encabezada en aquel entonces por Marcelo Birman.
El 17 de agosto de 2010, los alumnos, docentes y familiares se autoconvocaron para exigir la reapertura del espacio . En ese entonces, ante la indiferencia de las autoridades, se resolvió la toma del espacio.

Desde aquel 17 de agosto hasta enero de 2013, la sala funcionó bajo asamblea, con horizontalidad en las decisiones y autogestión, al tiempo que cosechó el apoyo de infinidad de artistas, entre ellos: Enrique Pinti, Natalia Oreiro, Juan Gil Navarro, Nicolás Vazquez, Sofia Gala, entre otros tantos.
Poco antes de 2013, la Jueza decide cambiar el fallo y el 28 de Diciembre desde el Gobierno y la Dirección del Centro Cultural (con Gabriela Ricardes a la cabeza), día previo al comienzo de la Feria Judicial, presentan una nota mencionando que los chicos de la Sala se encuentran en situación de ilegalidad. Dicha “nota” jamás llegó a los abogados de la Asamblea, es decir, no hubo una notificación legal, como así tampoco un fallo o decreto.

La toma de la Sala Alberdi duró hasta marzo de 2013. Los últimos meses incluyeron un acampe cultural (debido al cierre del centro “por vacaciones”) que garantizó que quienes estaban en la toma tuvieran agua y alimentos; de enero a marzo, que fue lo que duró el acampe, se pudo ver de manera gratuita a artistas como: Vox Dei, Perota Chingó, Ale Kurz de El Bordo, Javier Calamaro, Arde Roma y Camineros, entre muchos otros. Asimismo, en dicho acampe, se vivieron dos feroces represiones en donde hubo más de sesenta heridos de balas de goma y dos periodistas de medios alternativos con heridas de bala de plomo (hubo un tercer herido que no hizo la denuncia).

“Las ideas son a prueba de balas”.Hoy la Sala Alberdi ya no tiene un espacio fijo, el lugar fue privatizado y para acceder a los talleres, o espectáculos, hay que pagar no lo que el bolsillo nos permite sino lo que el Centro estableció como valor de arancel o entrada. Quienes formaron parte del espacio siguen haciendo talleres y presentaciones a la gorra y se mantienen al margen de la mercantizalición de la cultura.

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