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Repudiamos los aprietes y amenazas recibidos por la Asociación Madres de Plaza de Mayo

11.1.2016

El jueves 30 de diciembre, a la madrugada, cuatro personas ingresaron por la fuerza al edificio donde funciona la radio de Asociación Madres de Plaza de Mayo, golpearon al operador de guardia y tiraron huevos al frente. Cuando la Asociación denunció el ataque, señaló que el hecho se sumó a una seguidilla de llamadas telefónicas con amenazas de muerte recibidas por Hebe P. de Bonafini.
El episodio debe verse en el contexto que inauguró el diario La Nación, cuando, a 24 horas del triunfo electoral de Mauricio Macri, editorializó reclamando el cierre de los juicios contra los crímenes de la dictadura y definió a los represores como “presos políticos”. La rápida y lúcida respuesta de los trabajadores de La Nación, que repudiaron el editorial del 23 de noviembre de 2015, recuerda el precedente de 1987, cuando los gremios gráficos intentaron evitar, con un recurso de amparo, que se publicara una solicitada de apoyo a Jorge Rafael Videla, y confirma que el reclamo de justicia y castigo a los genocidas es fruto de décadas de lucha y movilización en las calles, y fue ganando un consenso cada vez más mayor en amplios sectores de la población.
El operativo de aparición, luego desmentida, de Clara Anahí, la nieta de Chicha Mariani, se inscribe en la misma línea, al abrir terreno para cuestionar el trabajo realizado respecto de los nietos recuperados, mientras confirma la validez del reclamo de que se abran los archivos secretos, tanto del Estado como de la Iglesia.
Quienes compartimos la lucha contra la impunidad del genocidio debemos estar alerta, repudiar y movilizarnos ante estos ataques de la derecha, más allá de las diferencias o simpatías con el blanco elegido, porque no es una cuestión de solidaridad solamente, sino de defensa propia.

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