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Ciudad de Buenos Aires: intereses locales y estrategias internacionales

5.9.2017

Manuel Ludueña

Se presentó una segunda versión del Nuevo Código Urbanístico, luego de haberse realizado talleres de trabajo en las Comunas, una especie de audiencia pública y reuniones con grupos limitados.  Todos los dichos y sus inclusiones o exclusiones con sus fundamentos no fueron difundidos para conocimiento público, solo, en algunos casos, se habrían efectuado respuestas individuales; asimismo no se advierten, en el nuevo texto, rectificaciones ciertas en función de las expectativas predominantes expuestas por los participantes en un Seminario.

La participación no puede ser una instancia de mera escucha, requiere reciprocidad y eventualmente respuestas con co-responsabilidad, necesariamente vinculante en un doble sentido: de conocimiento para todos los partícipes y del resto de la sociedad – a ello se le llama transparencia-, y de demanda a la hora de adoptarse decisiones que, advertida la autoridad, se verifican, posteriormente, como inadecuadas.

La población en general es invitada por medio del link http://www.buenosaires.gob.ar/desarrollourbano/nuevo-codigo-de-edificacion que dice “El Foro Participativo Permanente se constituye de acuerdo con lo establecido en la Resolución 744-SIyP/05”.  A título informativo y para comprender la distancia entre los dichos y los hechos entre la mera escucha y la Resolución 744-SIyP-05, se destacan, entre otros: la obligación de confeccionar un “Acta al final de cada evento”, a la cual se anexan las presentaciones de los participantes -si las hubiere-y se firma; además, debe existir un “libro de firmas de cada reunión debidamente protocolizado, ordenado” y “resguardado” con un “Secretario de Actas” con un “facilitador profesional de acreditada trayectoria” para el mejor funcionamiento de la reunión y para que se pueda llegar a conclusiones entre los presentes; se deben realizar eventos barriales y regionales acordados con los participantes del Foro; y, las Actas deben reflejar los acuerdos, desacuerdos y propuestas, publicarlas y distribuidas a los registrados en el Foro -no solo a los registrados en cada reunión-  y tratadas, posteriormente, por los miembros de CoPUA en reuniones en las cuales se deben expedir sobre lo tratado en cada reunión y que, a su vez, se requiere hacerlas públicas con sus conclusiones debidamente fundamentadas.

Como se señalara inicialmente, en el nuevo documento no se evidencian cambios sustanciales, ni se contemplan los aspectos más críticos -señalados en algunos de los eventos- ni de los más evidentes para quienes evalúan las condiciones ambientales, económicas y sociales existentes en la Ciudad de Buenos Aires. En tal sentido, vale señalar brevemente que:

1.      Se intensifica la capacidad constructiva de las principales avenidas-por bordes o, en algunos casos, abarcando a las manzanas enfrentadas en las mismas-. Dicha intensificación no tiene en consideración la relación entre altura de los edificios y la distancia entre frentistas. Se las consideran “corredores” cuando las velocidades son reguladas por semáforos cada 100 metros y que, por seguridad, deben autorizarse velocidades sostenibles. A su vez, la propuesta de edificios altos, entre medianeras, sin plantas bajas libres y continuos -por kilómetros- acentúan la conformación de “cañones” de contaminación atmosférica y ruido con afectación a sus habitantes, trabajadores y paseantes de la vía pública, y de los materiales de las mismas construcciones. No obstante, desde el punto de vista de la estructura urbana, intensificar la mono-macro-centralidad, es contraria a la Ley 2930, y no contribuye a compensar las desigualdades zonales dentro del territorio estipuladas en la Constitución de la Ciudad.

2.      Se amplia y concentra el área de “desarrollo”. Mientras se disminuye y se relocalizan en los ingresos / egresos con la Prov. de Buenos Aires, la intensificación de la capacidad constructiva para torres sobre la Av. Gral. Paz, se incrementa significativamente en los bordes del cauce fluvial en la Comuna 4 habilitando las grandes fracciones industriales para usos diversificados como en el Área Central. Tratándose de parte del barrio de La Boca -aunque no se explicite ni se fundamente- es previsible que se trata de orientar hacia usos turísticos, culturales y de recreación con la misma concepción de la planificación de las autopistas del ´77: el nuevo desarrollo en sectores urbanos “blandos”, de baja renta. El precio actual de la tierra: el más bajo del mercado; el precio futuro: uno de los más altos, en correlación con la capacidad constructiva y la promesa de un río descontaminado; su diferencia: la más rentable, similar al “fenómeno calculado” de Puerto Madero, con la diferencia que, por ausencia, no se expulsó población.

3.      Se mantienen los precintos o bordes de las mal denominadas “unidades de sustentabilidad”. La profusión continua de nuevos sectores urbanos limitados espacialmente por paredes de 38 metros, o 31 metros o 22 metros que encierran a manzanas con menor intensidad constructiva rediseña los sectores y el paisaje urbano percibido, así como patrimonial destruyendo las unidades barriales en aras de patrones de homogeneización. La mayor capacidad constructiva sobre las avenidas o las vías de mayor tránsito vehicular, con diversidad de usos, acentúan la prestación de servicios y comercios no locales y locales en detrimento del funcionamiento de las “unidades de sustentabilidad” -que deberían conformar espacios socio-ambientales interiores libres de tránsito pasante con equipamientos locales, donde los bordes deberían integrarse y complementar al resto de la unidad de sustentabilidad. Son dos modelos urbanísticos contradictorios con simples títulos de márquetin que se desvinculan de los efectos que suscitarán en la comunidad.

4.      No se consideran las condiciones de habitabilidad al mantener la prioridad de una morfología homogénea. Cada manzana es tomada como un espacio donde todas las parcelas y, por tanto, edificios y habitaciones principales, parecerían no estar condicionadas por los aspectos térmicos y psicohigiénicos. La falta de estudios de solarización en base a las ocupaciones edilicias existentes y potenciales implican una costosa irresponsabilidad. Situación que se acrecienta con la tendencia a construir edificios en propiedad horizontal con monoambientes. Asimismo, la flexibilización en los usos posibles en los diversos sectores urbanos (1, 2, 3 y 4) deben estipular, en las escrituras traslativas de dominio, para que usos se habilita -no sería aceptable una habitación de un local comercial o de servicios para una residencia -si a la inversa-. Asimismo, se desconoce el análisis térmico, de vientos y de orientación para la propuesta general de “Uso del Suelo y Altura” y, en particular, hay un desentendimiento en relación con la ampliación de la “isla de calor”, de los microclimas y de la transferencia de los costos de funcionamiento de la ciudad propuesta al funcionamiento en cada edilicio -existentes y potenciales- desentendiéndose de las necesidades humanas bio-climáticas. No es aceptable -luego de haberse realizado un Plan Higienista en 1925 y con una Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1996) cuyo Capítulo Ambiental contiene la obligación de establecer un Plan Urbano Ambiental (Ley 2930) como ley marco a la que se ajusta el resto de la normativa urbanística- que el proyecto de Nuevo Código Urbanístico proponga un planteo de artificialización creciente de los espacios privados y de un espacio público ambientalmente agresivo que retroalimenta la artificialización de los espacios privados para un funcionamiento apropiado para las necesidades psicohigiénicas humanas.

5.      Se evidencia una total ausencia por atender las obligaciones públicas emergentes de la habilitación del aumento de la densidad edilicia y poblacional al no contemplar los equipamientos y servicios públicos a requerir. Tal concepción conlleva al aumento del déficit de las prestaciones públicas -agua, luz, gas, desagües- y del aprovisionamiento privado de escuelas, atención de la salud y recreación. Desde el punto de vista de la planificación de la ciudad, en el contexto metropolitano, implicará una falta de previsión presupuestaria y de localización de los nuevos equipamientos, así como socioeconómicamente demanda una mayor renta familiar o migraciones forzadas a localidades con menor presión inmobiliaria. Cabe agregar que, en un escenario más operativo, la densificación edilicia implica dar prioridad a los grandes inversores, así como prorroga la tendencia a una mayor concentración de quienes ofertan bienes inmuebles en alquiler.

Si “de muestra basta un botón” se ha señalado la marcada ausencia por mejorar las condiciones de habitabilidad de la población, en función de alentar inversiones internacionales de capital con tecnologías edilicias intensivas, orientadas al consumo cultural, entretenimiento, para bienes inmobiliarios ACB1, con aumento generalizado del precio de la tierra. Por tanto, se diseña para una ciudad de base económica de servicios -¿urbanismo turístico?- que desmantela el área industrial del Sur, desconoce la percepción patrimonial de los barrios y presiona para que se privaticen los equipamientos y los servicios públicos a costa del desplazamiento residencial de quienes carecen de altas rentas.

Es necesario no utilizar falsas imágenes ni confusos razonamientos. “Humanizar” la ciudad, a la medida de los hombres, mujeres, niños y niñas es la tarea para la construcción de un medio ambiente urbano compartido en forma justa, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo de la Ciudad de Buenos Aires.

El proceso en desarrollo para la confección del Código Urbanístico está muy lejos de las aspiraciones de la Constitución, que preveía: debates, análisis, propuestas académicas y fundamentadas, así como entre los distintos actores sociales –“entidades académicas profesionales y comunitarias de acreditada trayectoria y representatividad reconocida en la defensa del desarrollo sostenible”. Cómo comienza el proceso: el 22 de Junio de 2016, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte dictó la Resolución N° 406/2016 crea el “Foro de Desarrollo Urbano” con el objetivo de asesorar al referido Ministerio en el análisis de los diferentes desafíos del urbanismo moderno y colaborar en los procesos deliberativos en torno a las nuevas reglas que determinarán la morfología de la Ciudad, invitando a: Diego Abramzon, Diana Cabeza, Eduardo Constantini, Julio César Crivelli, Juan Bautista Frigerio, Cynthia Goytía, Rodolfo Miani, Franco Moccia, Laura Nocito, Pablo Pschepiurca, Raúl Sáenz Valiente, Justo Solsona, Sebastián Sommer, Santiago Tarasido, Ramón Villaveirán, Federico Weil, entre otros. Qué ocurre actualmente: se fragmentan las expresiones donde se manifiestan las necesidades socio-ambientales y los intereses sectoriales.

Solo la justicia puede enderezar el estado de cosas. Es mucho lo que está en juego: 1 millón de personas más viviendo en forma permanente en 10 años en condiciones de habitabilidad inferiores a las actuales; con la habilitación de más de 160 millones de metros cuadrados por sobre la capacidad potencial existente -130 millones de metros cuadrados-; el presunto incremento de déficits en infraestructura y servicios y una mayor presión sobre el presupuesto de la ciudad para dotar de servicios públicos a  los sectores más caros -ABC1-; la pérdida de “barrios como bienes patrimoniales”. Todo en pos de la vanidad gubernamental por imponer sus prioridades, sin comprender que arrasa con los sueños de sus habitantes.

Son lamentables las falsas reuniones denominadas como “Foro” -puesto que se incumplen todas las previsiones adoptadas en la elaboración del proyecto de Plan Urbano Ambiental (2007) elevado a la Legislatura y aprobado por unanimidad en 2008-. En tanto se suceden reuniones confusas donde se desacredita la participación ciudadana y se sacraliza la visión sectorial de “los profesionales entendidos” y de los “desarrolladores”. Recientemente se realizó, en el popular Hilton Hotel de Buenos Aires (23 y 24 de agosto), la Expo Real Estate Argentina 2017 + 9º Congreso de Desarrolladores e Inversores Inmobiliarios donde se deslizaron preconceptos y criterios cuanto menos alejados de los derechos humanos y de la vida en comunidad (http://www.exporealestate.com.ar/workshops.php). En una de las actividades, sobre el “Impacto de los cambios Del nuevo Código de Planeamiento Urbano (…)”, se aseveró que “este código es demasiado participativo” […] “se escuchan las inquietudes individuales” (…) “como dice el Alcalde de Bilbao la sociedad participa con el voto” es suficiente.  Por otro lado, un representante inmobiliario del mercado de tierras denunció “no formar parte del consejo de redacción del Código siendo un actor protagónico”, así como “los grandes negocios se manejaron con Disposiciones con cierta discrecionalidad” con enrases del edificio lateral, de la cuadra, de la manzana frentista … Sorprendentemente se sostiene que “20 metros cuadrados para vivir bien es la medida mínima, que se completa con la ciudad como amenity”. Incluso imaginan animosamente, ante el auditorio, cómo hacer para obtener el mayor rédito, vía legal, o con el código vigente o con el futuro. Llamativamente al finalizar la actividad se señala estar “preocupado con la falta de infraestructura, con las empresas de servicio si pueden acompañar a la propuesta ya que No Hay Inversión en Infraestructura”.

Complementariamente, no se puede pasar por alto algunas expresiones como “la ciudad que imaginamos”, “la ciudad como va el mundo”, “parte de lo que vamos a cambiar”, la reivindicación de las autopistas para llegar al centro de la ciudad, “es un momento histórico integrado al mundo; si se lo pierden el problema es de ustedes” desafió “el” economista del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte a su auditorio -los desarrolladores inmobiliarios-. ¿Se habrá sentido como Rico Mc Pato o Tío Rico cuando sus ojos vivaces reflejaban el signo $ al estar frente a las pilas de dinero?

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