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Una multitud juvenil en el Festival de la Resistencia que organiza la murga “Cachengue”

24.3.2019

Como todos los años, un día antes del 24 de marzo, las chicas y chicos de la Murga Cachengue y Sudor organizaron el Festival de la Resistencia en la plaza 24 de Septiembre, de la ciudad de Buenos Aires. Es una cita obligada de miles de jóvenes que no solo tienen pasión por el carnaval murguero sino que fundamentalmente tienen memoria fértil para condenar el genocidio de los militares en 1976 (con la complicidad civil, religiosa, empresarial y periodística), y también todos los crímenes, persecuciones, leyes de punto final, indultos, leyes antiterroristas, gatillo fácil, mentiras, corrupciones, prohibición del aborto legal, seguro y gratuito, torturas en las comisarías, y muchas más lacras que también sucedieron en las democracias tuteladas posteriores.

Con alegría y con mucha coherencia, los muchachos y muchachas de Cachengue generaron un espacio de libertad y conciencia, e invitar a otras murgas, cantantes y poetas a un escenario maravilloso, donde todo lo que se dijo y cantó habla del pasado, del presente terrible que hoy se vive con la dictadura institucional de Macri, y también se orilló el futuro difícil que se nos viene encima. Pero como dicen los murgueros: “hay que seguir peleando para lograr un mundo donde quepan otros mundos”.

Con la calle como reivindicación mayor para la lucha, y con la decisión de que los 30 mil detenidos desaparecidos son bandera y legado que no se olvida, y menos se perdona a sus verdugos por sus crímenes, este sábado se convirtió en vigilia activa esperando las multitudes que este domingo marcharon hacia la emblemática Plaza de Mayo.

El milagro del amor y la bronca por todo lo que nos quitan a diario, lo hicieron estos miles de jóvenes que en una plaza porteña desafiaron censuras y represiones, porque no tienen miedo de decir y cantar lo que piensan. Y no solo fue Cachengue, sino la Murga Maestra (formada por docentes que además de enseñar, bailan en defensa de una educación pública y popular), o los murgueros de “Tocando fondo”, desde La Plata, con versos incisivos y desafiantes al poder.

Episodio aparte y no menos potente fue el aquelarre que se construyó al quemar a Momo, el dios del Carnaval. Con el fuego como disparador y cientos de jóvenes danzando alrededor, como en los homenajes a las brujas sacrificadas por la Inquisición, la multitud volvió a repetir que “adonde vayan los iremos a buscar” y que “Macri es un hijo de yuta” (policía en la jerga juvenil).

Muchos otros artistas populares se subieron al escenario montado en un viejo camión, y cerró con todo la banda “Sudor Marika”, para que el baile se generalice y los pañuelos verdes feministas y de todas las disidencias sexuales se agiten desafiando al patriarcado, que es como decir al capitalismo y al fascismo que nos quieren imponer.

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