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La pandemia desde el pie: crónica de La Boca

1.4.2020

Por Jonathan Yerferly Rondan

La pandemia y el aislamiento no impactan uniformemente en todo el territorio nacional. Los barrios, esos lugares donde el Estado está ausente para satisfacer necesidades y presente para reprimir a sus habitantes, tienen sus lógicas propias. Y cada barrio en particular, su propia historia. Hoy, el barrio porteño de La Boca.

Nosotros nos venimos organizando con una red cooperación, nos pasamos información sobre qué comedores cerraron, dónde se reparten viandas, dónde se reciben donaciones. Estamos trabajando en conjunto con la Iglesia San Juan Evangelista, Camioneritos, los trabajadores de la salud, los maestros de escuela. Alrededor de 700 personas vienen a los comedores de día y de noche. Hay mucha solidaridad entre todos los vecinos, vecinas y organizaciones.
La relación con las fuerzas de seguridad depende del policía que te toque. Depende de la doctrina que le hayan bajado, que en general es mala, si abusa o no de su poder. Terminan parando a los vecinos que no andan boludeando. Hay alguno que sale a boludear pero hay mucha gente que no. Por ejemplo, pararon a nuestro compañero Maxi que tenía el permiso de la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular). Acá por lo menos no hubo tanto abuso como se vio en otras provincias, que los obligaban a hacer gimnasia, por ejemplo. Acá hay mucha gente que respeta la cuarentena. Es loco porque droga siguen vendiendo igual en el barrio pero la policía no te deja salir. Es raro el tema acá en La Boca. Siempre hay dos, tres, cuatro ratis que hinchan las bolas para que la gente vaya a su casa.
Con respecto a la situación sanitaria, hay más de 40 casos de dengue. Antes de la cuarentena queríamos hacer un deschatarreo pero terminamos respetando el aislamiento. Hay más casos de dengue que de coronavirus, que se agregó ahora como problemática. La verdad es que no tenemos todo lo que necesitamos y hacemos lo que podemos en materia de salud. Organizamos campañas para protegernos del dengue y del coronavirus.
Esto se mezcla con la situación de que el gobierno nos pasó comida que repartimos en las cooperativas. Ya la segunda semana de la cuarentena había poca comida y empezamos a entregar tapers de día y de noche y la verdad que hay escasez porque los permisos para los fletes no están, la mercadería desde provincia todavía no llegó y el Gobierno de la Ciudad descarga dos veces por semana la mercadería. El viernes nos mandaron 6 kilos de carne podrida, no encaran este problema con seriedad para ayudar a los sectores más humildes en este barrio. Hay escasez de alimento. Se viene viendo desde antes de la cuarentena, por la crisis económica. Los precios de la comida están muy altos y la gente prefiere retirar productos de Me.Co.Po. (Mercado de Consumo Popular) y llevarse un taper para comer, es una preocupación más grande que el coronavirus.
El Estado en La Boca no da respuestas. El otro día hubo una pelea entre vecinos que se denunciaron y la guardia de auxilio, los bomberos, como cinco patrulleros de la policía vinieron, todos con barbijo, y sacaron a toda la gente a la calle. No aplicaron ningún protocolo de nada, dejaron a todos en la calle en plena pandemia. Como no hay lugar en paradores de la Ciudad ni subsidios habitacionales, prefirieron levantar la clausura y los vecinos entraron de vuelta.

Cuarentena en hoteles: denuncian maltrato y condiciones de riesgo

31.3.2020

Lejos de aislar a quienes vuelven del exterior, la cuarentena forzosa en hoteles impuestos por el Gobierno de la Ciudad, expone a personas repatriadas y trabajadores a un mayor riesgo de contagio en condiciones precarias de higiene y alimentación. Las denuncias de pasajeras y pasajeros en cuarentena coinciden en que la atención médica que reciben es escasa o nula, no reciben atención psicológica, y conviven en los hoteles personas que llegan de distintas procedencias sin ningún criterio de seguridad pertinente para prevenir contagios.

Hasta hace 3 o 4 semanas, el pintoresco barrio de San Telmo albergaba y deleitaba visitantes de distintas partes del mundo, que recorrían milongas o shows de Tango, saboreaban alguna comida típica porteña y se alojaban en distintos hoteles del casco histórico de la ciudad. Los visitantes se mezclaban con otras personas que por trabajo se alojaban en el mismo inmueble. Trabajadores de hoteles, bares y restaurantes, al igual que quienes atienden comercios o venden sus artesanías recibían con entusiasmo a quienes llegaban buscando salir adelante de un difícil momento económico. A pesar de la crisis económica, el barrio contaba con una circulación tanto de locales como de visitantes de lugares tan distantes como Europa, Chile, Brasil, o Australia que además de generar ingresos le daban al entorno su vida propia. Pero desde hace 3 o 4 semanas, San Telmo, como gran parte del mundo, es un «pueblo fantasma», la semana previa a la cuarentena obligatoria las reservas en los hoteles se derrumbaron. Los hoteles bares y restaurantes, están cerrados. Trabajadores temen por sus empleos, como en tantos otros sectores.
Mientras esto sucede, un selecto grupo de 10 hoteles recibe, por decisión unilateral del gobierno porteño, a personas obligadas a cumplir la cuarentena forzosa sin la opción de ir a sus casas, aún residiendo en la Ciudad de Buenos Aires. Pasajeras y pasajeros que llegaron de distintos destinos permanecen alojados en los hoteles Presidente, Cyan de las Américas, Gran View, Deco Recoleta, Ibis Congreso, Escorial, Cyan América Tower y Panamericano.
«Estoy en el hotel Presidente, llegamos desde San Pablo el día lunes, nos trataron bastante mal en Ezeiza a todos, hay como un estado policial, donde todo se organiza a los gritos,sin ningún tipo de explicación. Nos dividieron en filas, de capital y provincia. Yo pensé que nos iban a mandar a nuestras casas, como correspondía, a hacer la cuarentena obligatoria, y que quizás las personas de provincia, como no tienen como desplazarse, fueran ubicadas en medios de transporte o en hoteles por una noche, pero no fue así. Fue exactamente al revés: las personas de provincia fueron enviadas a sus casas por sus propios medios, y los que éramos de la Ciudad de Buenos Aires nos mantuvieron en espera en largas filas, sin ninguna explicación. Cada vez que alguien preguntaba era amenazado, y después de un largo rato nos subieron en colectivos de Tienda León. Nos tuvieron allí sentados un largo rato sin ninguna explicación, solo una persona venía nos contaba como ganado. Después nos distribuyeron en distintos hoteles» Cuenta Alicia Massarini, una pasajera. «No sabes lo duro que es esto. Ya vamos por el día 8 y hay un silencio total, nadie se comunica con nosotros, es imposible contactar un médico. Ahora por ejemplo hay un cacerolazo desde las habitaciones. Pero nadie nos escucha.»
Para informar sobre la tremenda situación que están atravesando las y los pasajeros hacen cacerolazos y piden difusión.
«Llegamos al hotel, sin recibir información. Fuimos atendidos por «voluntarios», lo digo así, entre comillas, porque después nos enteramos muchos de esos «voluntarios» fueron convocados por el Gobierno de la Ciudad, o más bien obligados. Muchos de ellos son docentes de jornada completa que Ademys está denunciando que son los más vulnerables porque tienen contratos fuera del estatuto docente. Están siendo obligados a intervenir en jornadas de hasta 8 horas, incluso en el turno noche. »
Personas diabéticas denunciaron que jamás le llevaron una comida sin sal o un postre sin azúcar. Hay gente que pasó un día entero y hasta dos sin comer. Además de denunciar el dudoso estado de calidad e higiene de la comida que reciben, no se contemplan las situaciones particulares de diabetes, celiaquía, y mucho menos personas vegetarianas o veganas.
Alicia Massarini confirma que en el hotel conviven personas que vienen de distintas procedencia, incluso aviones que vienen, por ejemplo, de San Pablo, como es su situación, pero con pasajeros que vienen de otros destinos y hacen escala allí, en la populosa ciudad de Brasil. En otros hoteles han denunciado que, sin criterio de aislamiento, ubican a pasajeros que recién llegan en habitaciones vecinas de otros que van por el 8vo o 9no día de cuarentena.
«Todo es autoritario, no tenemos interlocutores. El único control médico es que nos tiraron un termómetro en la puerta a la tercera noche para que nosotros mismos nos tomemos la fiebre. Estamos aislados, angustiados, y convencidos de que esta práctica no es de ninguna manera racional, ni epidemiológicamente ni humanamente. Estamos exponiéndonos, sin ningún tipo de control, hacinados en hoteles, y exponiendo a trabajadores de los hoteles, que en este caso son los propios trabajadores quienes al tercer día de estar acá empezaron ellos a dar el servicio de comida con sus uniformes, guantes y botas, pero también obligados a trabajar. Estamos exponiendo a los trabajadores del hotel, a los supuestos voluntarios, que están aquí trabajando, en una práctica irracional, para nada fundamentada» Agrega Massarini.
«Esperamos que las autoridades del gobierno nacional intervengan y nos permitan hacer lo que corresponde, hacer la cuarentena en nuestras casas, del mismo modo que lo han hecho pasajeros de otros aviones que han llegado recientemente y tenemos información de que han sido en algunos casos derivados a sus casas como corresponde» concluyó.
Mientras algunos hoteles reciben pasajeros enviados por la fuerza a hacer la cuarentena, en transportes monopolizados por Tienda León, un sin número de trabajadores y pequeños emprendedores hoteleros o gastronómicos sufren la angustia de la incertidumbre sobre su fuente de trabajo e ingresos. «El miércoles 18 de marzo fui por ultimo día a trabajar al hotel, que ya estaba cerrado, solo hice tareas administrativas, todas ellas por cancelaciones de reservas. Ese día recibí el llamado del área de Turismo del Gobierno de la Ciudad para hacer un relevamiento, explique la situación, que el hotel está cerrado porque además se cayeron todas las reservas. Pidieron un email para volver a contactarse con el hotel. 12 días después no hubo comunicación alguna. Tengo miedo de quedarme sin trabajo y hasta de no cobrar mi sueldo en estos días» comentó un trabajador de un pequeño hotel preocupado por el día después de la cuarentena.
Mientras hoteles, y restaurantes podrían ofrecer servicios para colaborar con la cuarentena, garantizando un buen trato y alimentación a quienes necesitan alojamiento, desde el gobierno se les da la espalda. El mismo abandono que sufren pasajeros, y trabajadores, incluidos profesionales de la salud mental. Las sospechas de corrupción y clientelismo político para poner en funcionamiento empresas amigas del gobierno están presentes. Al parecer la corrupción no entiende de cuarentenas.

Larreta y esa costumbre de precarizar

30.3.2020

El gobierno de la Ciudad presiona a los docentes precarizados del programa Jornada Extensiva para que realicen el reparto de alimentos y tareas en los hoteles con repatriados en cuarentena. Detrás de un relato que apela a la solidaridad, el cinismo que pone en riesgo a cientos de profesionales.

Hace algunos meses, el accidente de tránsito que se cobró la vida de Cinthia Choque y puso en riesgo la de Santiago Siciliano dejó al descubierto las modalidades de contratación que maneja el Estado y, en particular, la Ciudad de Buenos Aires. Sólo en este distrito, el de mayor cantidad de recursos de la Argentina, el 74% de trabajadores públicos se encuentran precarizados.
Si bien en un primer momento la situación laboral alcanzó cierto revuelo mediático, las derivaciones políticas de la tragedia terminaron cayendo en el olvido. Al poco tiempo, y en represalia contra las protestas, Horacio Rodríguez Larreta despidió a 81 agentes de tránsito. Luego incluso incumplió un amparo judicial que ordenaba su reincorporación.
Situación similar atravesaron los miles de médicos residentes y concurrentes que todos los días sostienen el sistema de salud porteña, cuando en diciembre de 2019 lograron voltear una norma que buscaba precarizar aún más sus condiciones laborales y salarias. A la luz de los acontecimientos, no hace falta aclarar el rol que les espera a estos jóvenes profesionales de la salud en las semanas venideras.
Por estas horas, y en este contexto de crisis sanitaria, es que vuelve a quedar en evidencia la política de pauperización laboral del sector público en la Ciudad. Esta vez son los docentes del programa Jornada Extensiva los que salieron a denunciar presiones por parte de funcionarios de Larreta para que se ofrezcan como “voluntarios” en el reparto de alimentos y tareas en los hoteles con repatriados y turistas en cuarentena.
“Hasta el viernes pasado decían que era una convocatoria voluntaria para ir a dar una mano con el reparto de viandas en las escuelas, pero después el mensaje cambió y ya no se trató de algo optativo sino de la obligación de cumplir con cualquier tarea que se nos ordenara: repartir alimentos o realizar tareas en alguno de los cuatro hoteles de la Ciudad donde gente que volvió de viaje se encuentra haciendo la cuarentena”, detalla uno de los docentes que -por temor a represalias- pidió no revelar su identidad.
Es importante destacar, por otra parte, que el intento por hacer gala de un falso voluntarismo entre sus filas no es la única señal de alarma en torno al tema. En concreto, cabe preguntarse si en medio de una pandemia y medidas de aislamiento obligatorio, es sensato o seguro enviar a docentes no calificados en materia sanitaria para atender las necesidades de potenciales infectados.
“Es un juego cínico, siempre sobre la base de las necesidades de profesionales que no pueden perder el laburo. Para Larreta, los profesionales de Jornada Extendida somos una suerte de comodín para tapar los huecos que no están dispuestos a llenar con contratados formales ni gente preparada”, asegura el profesional.
Es tan lamentable como común que, además de la tarea docente para la que fueron formados y contratados, el Gobierno de la Ciudad utilice a los trabajadores del programa para realizar tareas ad hoc: entre otras actividades, figuran las de salir a “timbrear” o volantear para el PRO en tiempos de campaña electoral. “El año pasado nos apretaban diciendo que si Larreta no ganaba, corrían peligro todos los puestos de trabajo. Como tenemos contratos basura, todo el tiempo juegan con la amenaza de dejarnos sin trabajo y en la calle sino obedecemos. Es un trabajo constante por demostrar que tiene el control sobre nuestras vidas, por ejemplo, presionándonos para ir a trabajar por más que haya huelga general o paro docente”.
El programa Jornada Extensiva busca acompañar a los chicos y chicas en la transición entre 6to y 7mo grado en primaria y 1er y 2do año de secundaria. Su objetivo central es evitar la deserción escolar, un problema recurrente en barrios vulnerables.
Desde hace años, quienes forman parte del equipo docente gozan de distintas formas de contratación, en su gran mayoría precarias y temporales. “En mi caso tengo un contrato por 3 días semanales, jornadas de 7 horas y media y un sueldo de 16.000 pesos”, cuenta quien -según índices de febrero del INDEC- no alcanza si quiera a la línea de la indigencia (16.785 pesos), y mucho menos a la de pobreza (40.789 pesos).
“Estamos de acuerdo en que se requiere un esfuerzo excepcional, algo los docentes sostenemos hace tiempo, cada día, trabajando y enseñando con sueldos por debajo de la línea de pobreza, con un «acuerdo» salarial que este año otorgó apenas un 13% en sumas fijas, con pésimas condiciones laborales, con concursos atrasados o sin concursos”, lanzó a través de un comunicado el gremio docente porteño Ademys. “Lo hacemos trabajando, mientras denunciamos las vergonzosas viandas, la comida de comedor que intoxica a los chicos y chicas, la falta de elementos de higiene y personal auxiliar en las escuelas, la falta de repelentes y de alcohol en gel; lo hacemos comprando materiales con plata de nuestro bolsillo y cada día llevando adelante nuestra tarea en las aulas con estudiantes que sufren la crisis económica en carne propia, con familias sin trabajo y familias que no llegan a fin de mes”.

Barroetaveña propone la creación de un REPRO CABA

30.3.2020

El diputado de la Ciudad del Frente de Todxs Matías Barroetaveña presentó hoy un proyecto para proteger el trabajo formal de las Pequeñas y Medianas empresas en la Ciudad de Buenos Aires.

“La emergencia sanitaria está afectando la frágil situación económica que atraviesa nuestro país, con particular impacto en las Micro, Pequeñas y Medianas empresas que explican el 75% del empleo privado nacional y que en CABA emplean alrededor de 600.000 trabajadores”, expresó el diputado Matías Barroetaveña.
“Estamos proponiendo la creación de un Programa de Sostenibilidad Productiva con el objetivo de proteger el empleo formal de las MiPymes. El gobierno nacional ha implementado una variada cantidad de políticas para asistir a empresas y a trabajadores en estos momentos difíciles, no podemos desconocer las dificultades para pagar salarios en sectores que se han visto obligados a suspender sus actividades. Por eso, proponemos, que así como existe el REPRO a nivel nacional, la Ciudad implemente su propio programa de sostenimiento del empleo en el distrito”, agregó el diputado.
Este proyecto tiene el objetivo de otorgar una ayuda económica mensual, individual y fija a los/as trabajadores/as incluidos en las empresas en crisis beneficiarias; y el monto será de hasta el equivalente al de un salario mínimo, vital y móvil.
La Ciudad de Buenos Aires enfrenta esta crisis sanitaria luego de arrastrar una caída del empleo formal desde el año 2015. La tasa de desocupación en 2015 era del 6,4% y el último trimestre de 2019 llegó al 9,2%. Algunos sectores se han visto más afectados, como el caso de la construcción donde la caída del empleo formal para el período 2017-2019 fue del 13,3%, mientras que en la manufactura y en el rubro gastronómico el descenso fue de 7,5% y 4,9% respectivamente.
El Proyecto fue presentado con la co-autoría del diputado Santiago Roberto y recibió la adhesión de los diputados Juan Manuel Valdés y María Bielli.

Villa Lugano: organizaciones sociales solicitaron al GCBA medidas urgentes de contención social

29.3.2020

Por Red de Lugano

El espacio solicitó el aumento de los montos de todos los programas sociales de la Ciudad de Buenos Aires y otorgamiento de subsidio económico extraordinarias para los habitantes de la Ciudad que quedan fuera del Ingreso familiar de emergencia, entre otras medidas.

Desde la Red Lugano advertimos la crítica situación que está viviendo la población de los barrios vulnerables de Lugano y exigimos al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires implemente medidas urgentes para paliar dicha situación y contener la expansión y circulación local del coronavirus donde hoy ya padecen dengue, tuberculosis, sarampión entre otras enfermedades.
La falta de políticas públicas locales que permitan el efectivo ejercicio de derechos básicos de la población de Lugano, es una realidad que no se circunscribe a la pandemia del COVID19 pero que ante la imposición de una medida extrema como el aislamiento obligatorio muestra su arista más dura para la población. No es posible un asilamiento obligatorio si el Estado no adopta medidas que acompañen y posibiliten el mismo.
La labor militante de las organizaciones sociales y comunitarias y de los trabajadores de las diferentes instituciones descentralizadas no alcanza. Se requieren medidas urgentes, claras y adecuadas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que la población vulnerable de la Ciudad de Buenos Aires también tenga su derecho a cuidar de su salud, de hacer su aislamiento social como el resto de los vecinos de la Ciudad y no quedar ellos aislados de sus derechos.
En materia de políticas de salud, el barrio de Lugano presenta un reclamo histórico de 34 años por la falta de un hospital que no logra resultado y que hoy presenta sus consecuencias más adversas. Lugano no cuenta un nosocomio que pueda albergar internaciones y tratamiento adecuados para los afectados por la pandemia y las otras enfermedades, en especial dengue que ha subido exponencialmente el número de infectados.
Tanto el Centro de Salud Cecilia Grierson como los Centros de Salud que se encuentran en el barrio no tienen el personal suficiente que se requeriría para una atención normal menos para una situación extraordinaria como la que estamos viviendo. No hay posibilidad de contar con espacios ventilados y grandes que permitan las restricciones de 1 o 2 metros de distancia. No hay insumos como para acciones básicas como tomar un estado febril.
Los centros de salud solo fueron dotados de uno o dos kits de prueba de coronavirus y algunos repelentes y alcohol en gel para la atención de afectados de dengue como insumos extras. En estas condiciones es imposible brindar un servicio de salud en medio de una pandemia y se teme la viabilidad de estar abiertos si no se garantizan las condiciones de seguridad sanitarias mínimas. En materia de políticas alimentaria urgen medidas para que la población pueda alimentarse adecuadamente. Hasta la fecha, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no ha implementado ninguna medida sobre cobertura alimentaria extraordinaria.
Por el contrario, nos encontramos con un panorama bastante preocupante que se agudiza con la suba indiscriminada de precios en los negocios locales, que no cuentan con ningún control. Los niños y jóvenes que diariamente comían en sus escuelas en la actualidad, solo reciben una vianda compuesta por un sanguche y una fruta. Asimismo, la distribución de la misma ha sido bastante caótica y muchos se han visto imposibilitados de conseguirlas por los cambios de último momento del Ministerio de Educación sobre donde se realizaban las entregas o por las mermas en las raciones. Por su parte, los comedores comunitarios están totalmente colapsados y no cuentan con vacantes disponibles. A lo que se debe agregar, la falta de espacios conforme a las necesidades de estos tiempos y elementos de limpieza e higiene necesarios.
Las medidas adoptadas por el Instituto de la Vivienda en los últimos días alcanzaron a dotar a solo algunos comedores de algunos elementos de higiene, considerados escasos e insuficientes (1 o 2 bidones de lavandina, 4 repelentes, 1 jabón blanco, desodorante de piso) Se requiere de barbijos, cofias, guantes, batas y que eso llegue a todos los comedores de los barrios, y en especial las mujeres que cocinan y atienden, que son las que están poniendo el cuerpo para asistir a sus vecinos. No se ha implementado ninguna medida de suministro de artículos de higiene y limpieza, alcohol en gel y repelente en la población. Tampoco, el Gobierno de la Ciudad ha anunciados medidas económicas tendientes a paliar las problemáticas alimentarias como sí lo ha hecho el Gobierno nacional. Los programas alimentarios “Ticket Social” y “Ciudadanía Porteña” no han sido modificados en relación a su monto.
Es dable destacar que el reciente anuncio presidencial sobre el otorgamiento de un subsidio económico para personas vulnerables no sería compatible con los programas de la Ciudad de Buenos Aires, por lo cual los beneficiarios de dichos programas quedarían excluidos de acceder a dicha ayuda económica. Tampoco abarcaría a los migrantes. Las políticas ambientales y de salubridad local se desconocen. Llama la atención que en territorios donde se desarrollan procesos de reurbanización y se conocen las problemáticas de la población en relación al acceso al agua y servicios básicos, hacinamiento e infraestructura precaria tampoco se anuncien medidas locales al respecto.
Es decir, se continúa con los deficientes servicios de atención de la emergencia que coexisten con los procesos de reurbanización impulsados. Al mismo tiempo, se masifican los pedidos de las poblaciones sobre la necesidad de recolección de escombros y residuos, problemas de obra o desperfectos en los complejos de viviendas nuevas construidos recientemente y falta de acceso a los servicios esenciales. Este fin de semana en Villa 20, por ejemplo, no hubo suministro de agua lo que atenta directamente contra toda indicación de higiene que se les da a los vecinos.
En consecuencia, todas las situaciones ya críticas en los barrios antes de que advenga la pandemia se agudizan y requieren de políticas públicas integrales, coordinadas con el territorio y urgentes. Las mujeres víctimas de violencia que ya tenían dificultades para denunciar o para hacer cumplir las medidas de seguridad dispuestas por la justicia, ahora están aún más solas y vulnerables. Las mujeres a cargo de hijos e hijas que no cuentan con ingresos registrados ni estables están aún más solas y vulnerables. La población que ya tenía dificultades para acceder a derechos a través de sistemas “en línea”, tendrá ahora que lidiar también con esa barrera para acceder al IUF, si es que no cuenta con las incompatibilidades que ya mencionamos.
Las personas mayores, con discapacidad, los niños y niñas están aún más dificultados de acceder a lo básico como un plato de comida, medicación, aislados en sus viviendas que ya desde hace años no cumplen con criterios mínimos de habitabilidad. Finalmente, nos preocupa el corrimiento del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad a nivel local, quien debería tener un rol fundamental en la articulación de las políticas sociales necesarias para esta circunstancia no aparece. No solo no hay respuestas para cómo sobrellevar el aislamiento social voluntario en contexto de pobreza e indigencia sino tampoco qué hacer frente a las multiplicidades de problemas sociales que se presentan.
Por todo lo expuesto exigimos al Jefe de Gobierno Horacio Larreta, implemente ya medidas destinadas a las poblaciones vulnerables, algunas como:
Mayor presupuesto para el sector de salud, nombramientos de profesionales, entrega de insumos necesarios y condiciones de higiene y salubridad adecuadas para los centros de salud.
Aumento de los montos de todos los programas sociales de la Ciudad de Buenos Aires, Otorgamiento de subsidio económico extraordinarias para los habitantes de la Ciudad que quedan fuera del Ingreso familiar de emergencia (IFE).
Reparto semanal de bolsones de alimentos por cada niño y adolescente en edad escolar y sus familias teniendo en cuenta calidad nutricional adecuada Asistencia a todos los comedores comunitarios Se provean garrafas a la población.
Se instruya y dote de recursos a las organizaciones territoriales, y personas que, pese a la grave situación y riesgo, permanecen solidariamente colaborando con quienes más lo necesitan.

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