Comunicadores del Sur

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SENTENCIA EN EL JUICIO DE CROMAGNÓN

 

SENTENCIA EN EL JUICIO DE CROMAGNÓN
26.8.2009

Los ojos ciegos bien abiertos

Por Jota Rosli – No le gustaba Callejeros. Pensaba que era una banda de moda, una más del montón. Sólo accedió a verla porque su novio, Martín, era fanático. Eligieron juntos una de las tres fechas de presentación: el 30 de diciembre. Después pasó lo que se sabe. Natalí Tello, en medio del griterío, recomendó agacharse porque el aire es más puro en el suelo. Con miedo, temblando, le dijo a él: “nos vamos a morir”. Él le agarró las manos fuerte y le respondió: “si nos morimos, al menos nos morimos juntos”. Fue la última vez que ella lo vio.

Tomada de la mano de su padre, escuchaba la sentencia el pasado miércoles 19 de agosto afuera de los Tribunales. Ella es una de las 1432 sobrevivientes de la tragedia. Su madre, encargada de la comisión de Salud, estaba dentro del recinto desde el cual se leyó el veredicto. Apenas oyó las sentencias, el celular de Natalí empezó a sonar. No pudo escucharlo. Estaba siendo atendida por una camioneta del SAME. “Nunca vi una persona que tiemble tanto como vos” le dijo la médica, asombrada.

Fueron juzgados como si fuesen los Rolling Stones, como si nada supiesen de lo que sucedía en sus shows, como simples trabajadores a los que les pagan para tocar. Absueltos por una justicia que poco sabe del ambiente del rock. Porque si hay algo que siempre fue el manager de una banda es el amigo que no sabe tocar ningún instrumento. Y hoy Diego Argañaraz va a estar 18 años en prisión, mientras sus jefes, quienes tomaban las decisiones, estarán tocando, en algún lugar del país. Llevando unas 20 mil personas, como su último show en Olavarría. O quizás más.

Dicen allegados a Callejeros que editarán dos DVD´s, uno de sus shows post Cromagnon y otro de imágenes del juicio. Natalí se pregunta si contará con las imágenes de la madre del cantante, Susana Fontanet, haciéndole “fuck you” a los padres de los fallecidos en la tragedia.

Un Chabán muerto de hambre, crítico de "la ignorancia" del público de sus por siempre desvencijados boliches, amante del dinero a cualquier precio, condenado a 20 años de prisión. Y un Rafael Levy, dueño de Cromagnon, figura negra en el juicio, fotografiado enfiestado de vacaciones en Ibiza. Y de un señor de azul coimero, el subcomisario Carlos Díaz de la 7ma. El que tantas veces sonrió metiendo gente en celdas, pasará 18 años dentro de una de ellas. De la imprudencia de los funcionarios, con una pena de dos años –excarcelables- para Fabiana Fiszbin, ex subsecretaria de Control Comunal del Gobierno de la Ciudad, y Ana María Fernández, ex directora de Fiscalización y Control. La misma pena que se otorga por robar un maxikiosko.

De una Nilda Gómez, mamá de una de las víctimas, pidiendo disculpas públicas luego de amenazar de muerte a los jueces del Tribunal 24. La presidenta de la ONG Familias por la Vida, que Natalí integra, había declarado antes de la sentencia, esperanzada: “Esperamos que esto marque un hito, una bisagra, que nos permita dejar de hablar de responsabilidades y empezar a hablar de culpabilidades. Son inocentes hasta que la ley declare lo contrario”.

De una “candela” llamada equivocadamente “bengala” por los medios. De funcionarios con cara de póker. Y otros que vieron el juicio desde la televisión de sus casas. De Jorge Rial en su programa Intrusos llamando “tarados” y preguntándose con ira porqué los fanáticos de Callejeros festejaban en las afueras de Tribunales. En las dos notas de Eduardo Fabregat en Página 12 despotricando contra la banda. De una nota a dos días de la tragedia, allá por el 2005, en donde el baterista, Eduardo Vázquez, confesó “tenemos mucha culpa”. Hoy, todos los integrantes piden como indemnización a la Ciudad de Buenos Aires y al Estado Nacional más dinero de resarcimiento que los padres de las víctimas: alrededor de nueve millones de pesos contra 330 mil.

¿Que pasó esa noche? Sólo las 194 víctimas y ellos –los sobrevivientes- lo saben, eso es cierto. A una semana de la sentencia, Natalí piensa en todo esto y cierra los ojos. Fuerte, con furia. Y no tiene ganas de abrirlos nunca más.

Casa de la Cultura los Compadres del Horizonte

 

Casa de la Cultura los Compadres del Horizonte

Combate de los Pozos 1986 (Frente al Htal. Garrahan)

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Feminicidios en la Argentina

 

Feminicidios en la Argentina

20.8.2009


Doscientas ocho mujeres murieron en el  año 2008 en manos de sus maridos, parejas, amantes, novios, ex parejas, desconocidos que ejercieron violencia sexual,  parientes y vecinos.

Según el informe parcial del primer semestre del año 2009 elaborado por el Área de investigaciones de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, hasta el 30 de Junio de 2009, la cifra asciende a 82 mujeres y niñas, 6 femicidios por conexión, 9 casos se siguen investigando, 9 mujeres están hospitalizadas en grave estado.
Nuestra intención con la elaboración de este informe, no es crear alarma ni regodearnos morbosamente ante tanto dolor. Sí, en cambio, llamar la atención de la sociedad, y advertir que no se trata de hechos delictivos aislados sino de un problema de índole social, político y de derechos humanos que se sigue multiplicando.
Hoy se habla de inseguridad en la calle, pero no se ha visibilizado que morimos muchas más en la intimidad de nuestras casas: las mujeres, que hemos salido al espacio público luego de siglos de estar confinadas en nuestros hogares al servicio de la reproducción y el cuidado de las/os hijxs, es aquí ahora, en ese ámbito que ellos decían “sagrado” al cual siempre quisieron confinarnos, en el que últimamente nos encontramos más inseguras, y con riesgo de muerte.
La sociedad parece horrorizarse ante cada hecho violento, pero las respuestas de la justicia ante estos hechos parecen no decir lo mismo: sólo vemos pobres condenas hacia  los varones que matan a las mujeres, se abusa casi infantilmente de las figuras de emoción violenta o de la preterintencionalidad, y se termina sin castigar adecuadamente este tipo de delitos, multiplicando en la conciencia colectiva la permisibilidad, el perdón o la condescendencia.
Necesitamos cambiar esta realidad. Existen muchos métodos de abordaje para intentar solucionar, prevenir o dar respuesta a esta problemática, y la principal y más efectiva es la que proviene del Estado, porque  sólo éste cuenta con los medios necesarios para establecer pautas de conducta y sostenerlas, por los diversos medios a su alcance.
Desde La casa del Encuentro, como organización feminista social y popular al servicio de los derechos de la mujer, están pidiendo varias herramientas, las cuales son:
1) Que se modifique el Código Penal de la Nación, incorporándose el FEMICIDIO como figura penal autónoma, herramienta con la cual ya cuentan varios países para castigar este tipo de delitos. Esto no es una mera petición institucionalista, es una manera de dejar bien en claro que la sociedad no avala estas conductas.
2) Que se agregue en el Código Civil la pérdida inmediata de la patria potestad para aquel que haya matado o atentado contra la vida de la madre de su/s hijo/as. En lo que hace a la pérdida de derechos del homicida, no a sus obligaciones alimentarias para con los/as hijxs. No puede ser que los padres asesinos puedan, luego de cumplir sus escasas condenas, seguir criando a esos hijxs a los que dejaron sin madre.
3) Protección integral para la mujer víctima de violencia: En el marco de nuestro estudio hemos visto que, en muchos casos, antes de que se cometa el femicidio, los asesinos ya habían sido objeto de denuncias de violencia; por diversas causas, no se protege en forma adecuada la vida de quien está siendo amenazada y, al final, se produce el femicidio.
Debemos actuar antes. Es indispensable que la mujer en situación de violencia pueda cortar esa relación y salir de la casa del violentador. Para que pueda hacerlo necesita la ayuda de la sociedad, darle recursos, humanos y materiales para que pueda hacerlo. En muchos países funcionan los préstamos en condiciones especiales, otorgamiento de vacantes en cualquier momento del año en jardines infantiles y escuelas, acceso a cursos de capacitación laboral gratuitos, espacios donde puedan permanecer  con sus hijxs durante lapsos más prolongados que la propia emergencia del hecho violento puntual.
Desde las organizaciones sociales no pueden suplir al Estado, estamos hablando de prevenir la muerte, ¿no es acaso un objetivo que debería tener la máxima importancia en la agenda política y social? La respuesta a esta pregunta esta dada en que no existen estadísticas oficiales sobre los femicidios por eso todavía no existen suficientes políticas públicas que puedan influir en las conductas sociales y culturales que terminan con la vida de cientos de mujeres y niñxs.
Luchar contra toda forma de violencia hacia las mujeres y niñxs es responsabilidad de todos y todas.

La tarde gris de Cromañón

 

La tarde gris de Cromañón

19.8.2009

La lluvia hace a la espera aún más inquietante; los familiares y sobrevivientes, agrupados sobre la calle Lavalle a un costado de Tribunales, derrochan nervios, impaciencia, tristeza. Las pancartas con los nombres de las víctimas, sus zapatillas como símbolo, las flores, los abrazos y lágrimas, son el marco en el que se palpita el momento antes de la lectura de la sentencia. Sobre una escalinata, al pie de una de las puertas del palacio, Martín, hermano de una víctima, lamenta no poder estar en la sala del fallo. “No nos dejaron pasar porque no teníamos credencial. Además, la sala es bastante chica”, se justifica y reclama noticias a través de las rejas. Y pide, también, justicia.

Una música afloja la espera, la tensión del ambiente; tapa el silencio. Las cámaras de televisión llenan de cables la cuadra; los fotógrafos se hacen su festín. De pronto, por los parlantes se anuncia la lectura de la sentencia: los familiares se abrazan, otros cierran los ojos, convocando a algún santo.

Llega el momento que esperan desde hace 5 años.

Los 20 años a Chabán se reciben con aplausos y gritos de aprobación; luego sigue el nombre del manager de Callejeros junto al del subcomisario Carlos Díaz: 18 años para cada uno; aplausos. El aire optimista cesa con la lectura de las penas para las ex funcionarias del gobierno porteño de Aníbal Ibarra, Fabiana Fiszbin y Ana María Fernández: 2 años de prisión. Se palpita lo peor: las penas van en baja – de las más altas a las más leves -, y la sentencia del grupo de Callejeros no ha sido leída. La absolución completa de la banda dispara primero insultos, luego violencia. La tristeza se vuelca en furia.

El círculo de abrazos formado para escuchar la sentencia se descomprime rápidamente. Algunos de sus integrantes se precipitan sobre la puerta a Tribunales que da Lavalle; hay gritos, empujones, insultos. Otra corriente de jóvenes encara hacia la calle Uruguay para intentar ir hacia el Congreso. Al menos quieren demostrar así su disconformidad. La mayoría de los padres eligen mantenerse al margen.

Llegan más efectivos policiales y comienzan los palazos; hay corridas y forcejeos. Un imponente camión hidrante que lanza colorante azul termina la faena: la policía forma un cordón y avanza hasta la esquina; todavía vuelan piedras.

Un puñado de padres se planta frente a la formación policial y llama a la calma. “Nosotros no apoyamos esta forma de reclamar”, clama Silvia, madre de Julián Rozengardt, víctima de Cromanón.

Un señor mayor teñido por el agua azul de la represión se queja de un golpe recibido. “¿Cómo está?”, pregunta sagaz un notero de C5N para las cámaras. “Cansado, me duele la espalda y muy triste por la muerte de mi hijo”, sintetizó.

El cordón policial se mantiene de telón de fondo. Detrás, padres, familiares y cámaras hablan, discuten, lloran. Amigos y hermanos gritan:

Policía, policía,
yo te quiero preguntar,
si a vos te matan un hijo,
de qué lado vas a estar.

Un efectivo se levanta el casco y al grito de los familiares, responde con una sonrisa sobradora.

Primeras impresiones

¿Está decepcionado con el fallo?

-Absolutamente-, contesta rotundo Rodolfo Rozengardt, padre de Julián. Resumía, en esa palabra, el sentimiento generalizado de los familiares. “Usaron como chivo expiatorio a las figuras más polémicas y conocidas y dieron penas levísimas a los funcionarios del gobierno”.

La sentencia sobre Callejeros trajo, en cambio, ambivalencias. Por un lado, un grupo reunido en Plaza Lavalle pedía su absolución; los familiares y sobrevivientes, en cambio, los entendían culpables. “¿Cómo van a sentenciar al manager y no a la banda? ¿Cómo no van a juzgarlos si se comprobó que la propia madre de Fontanet – líder de la banda – hacía entrar bengalas al lugar?”, se pregunta Silvia mientras brillaban sus lágrimas. No hay respuesta.

En el momento de la lectura del fallo, allegados a Callejeros lanzaron papelitos como forma de festejo. Hubo entredichos con los familiares de las víctimas, insultos y la misma tensión dentro de la sala y afuera, en la vereda.

Pasadas las 17, la lectura del resumen de los fundamentos del fallo continuaba. Por la calle Talcahuano se animaban a salir los primeros familiares y amigos de la banda. Las lágrimas, en este caso, eran de alegría.

Sobre Lavalle, el cordón policial sigue firme. Los familiares, sobrevivientes y amigos, también: esperan el final de la lectura de los fundamentos para comenzar a marchar hasta República Cromañón.

La lluvia hace a la espera aún más inquietante.

El desgarro

Mientras los familiares de las víctimas repudian el dictamen que absuelve a los integrantes del grupo Callejeros y hace la vista gorda con los miembros del gobierno porteño, sobre la calle Talcahuano, los seguidores de la banda -congregados en la plaza Lavalle frente al Palacio de Tribunales- corean cánticos por la “salvación” de los músicos. En tanto, los policías cercan las cuatro calles (Uruguay, Lavalle, Talcahuano y Paraná) supuestamente para que los dos grupos no tuvieran posibilidad de choque.

La calle Lavalle está bloqueada. Un hombre corpulento, casi obeso, de pelo raso y remera blanca -que recuerda a los 194 chicos asesinados en República de Cromañón- desafía a los policías que, acorazados tras escudos y vallas, le impiden volver a reunirse con su familia. La distancia de media cuadra que los separa es un abismo, y el hombre, con toda su furia en el pecho y las manos cerradas, incita a los policías a la batalla. Angustiado, al borde de hundirse en el llanto, toma una de las tantas banderas que reclaman justicia, y el palo que sostiene el trapo – ahora convertido en lanza- estalla una y mil veces contra el hierro de las vallas. Su furia es inagotable; un grupo de personas igualmente desconsoladas lo tratan de contener mientras corre desaforado por la calle Talcahuano. Llega a las escalinatas de Tribunales, las trepa con desesperada destreza, y con la lanza otra vez en alto, se descarga contra los pórticos de la Justicia. Desde la plaza Lavalle, el grupo de jóvenes que gritaba por Callejeros ahora está atónito; la escena los descoloca. El blanco del hombre ha cambiado: su objetivo son los chicos que se acercaron a ver la gresca. Arroja el palo hacia ellos con la furia de un titán al grito de: “¡Ustedes son los que deberían haber muerto, hijos de puta!”. El arma se suspende rígida en el cielo y rasga el aire como una eterna jabalina.

El caos sigue, y los encontronazos son inevitables. Entre toda una muchedumbre que se agolpa en la esquina de Paraná y Talcahuano, se arruinan dos contrincantes a puro cross izquierdo y derecho. El rostro de un policía con bigotes de manubrio, que descansa impasible sobre una valla, deja vislumbrar una mueca burlona. La disputa continúa ahora sobre la calle Paraná y hay un lío infernal de gente corriendo, llorando, gritando o implorando. Otros se golpean con una saña macabra. Nuestro hombre, llamémoslo ahora Ulises, cayendo al piso, grita agónico: “¡Van a volverse invisibles, ustedes también se van a morir!”. Es una escena desgarradora más que violenta, que pone en acto una dimensión de este dolor. El hombre no necesita el golpe que le da el policía, sino un abrazo.

Juez intenta desalojar IMPA

 

 

Juez intenta desalojar IMPA

17.8.2009

 

Los trabajadores y trabajadoras de la fábrica recuperada IMPA decidieron resistir cualquier intento de desalojo ordenado por el juez Hugo Vitale. Este magistrado ha iniciado acciones para declarar inconstitucional la ley de expropiación votada por unanimidad por la Legislatura porteña en diciembre de 2008, y que fuera promulgada por el Ejecutivo de la Ciudad un mes más tarde.

El mismo juez no cuestionó esta ley en el caso de la expropiación de otra fábrica en similar situación, Ghelco, lo cual según Eduardo Murúa, referente del IMPA y del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), "desnuda sus intenciones económicas: Vitale tiene armado con su 'socio', el corrupto síndico Debenedetti, la venta del inmueble valuado en 20 millones de pesos, de los cuales seis quedarían para ellos".

Éste no es el primer intento de desalojo que tiene a Vitale como brazo ejecutor. En abril de 2008 avanzó contra la metalúrgica reprimiendo salvajemente a sus trabajadores y a los vecinos y organizaciones populares que se acercaron al lugar para brindar su apoyo. La solidaridad y la resistencia permitieron reconquistar nuevamente la fábrica.

IMPA fue recuperada por sus trabajadores en 1998. Apesar de no contar con políticas públicas que ayuden a consolidar estas experiencias, hoy nuclea a 63 trabajadores y funciona como sede de numerosas actividades culturales. Unos 150 alumnos estudian en el Bachillerato para Adultos gratuito con título oficial que conduce la Cooperativa de Educadores Populares; en sus instalaciones funciona un Centro de Salud gratuito que brinda servicios a los vecinos del barrio de Almagro, y cientos de jóvenes participan en el Centro Cultural.

IMPA se encuentra en estado de asamblea permanente desde el lunes 10 de agosto, organizando la resistencia. "No aceptaremos ninguna resolución que implique el cierre de la fábrica y la desocupación de los trabajadores", sostuvo Murúa. Mientras tanto "seguiremos haciendo lo que mejor sabemos: los trabajadores produciendo, los maestros enseñando, los alumnos estudiando, los médicos brindando salud y los trabajadores de la cultura produciéndola. IMPA no es sólo una empresa recuperada. IMPA es un espacio ganado por nuestro Pueblo. IMPA para nosotros es la muestra de la Patria que queremos. Por eso llamamos al pueblo a sumarse a su defensa", concluyó.

 

 

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